jueves, 13 de diciembre de 2012

SITUACIONES INCONCLUSAS


Un tema muy interesante de ser considerado por los que se han identificado en pro de su crecimiento personal y en alguna forma, se apoya en  los conocimientos, herramientas, que la Teoría de la Gestalt proporciona. 
Justamente, sobre la relevancia del tema, nos aporta Alejandro Celis, que recordemos, no olvidemos,  que el término "asunto o gestalt inconclusa" fue acuñado, en su acepción psicoterapéutica, por Fritz Perls, principal exponente de la Terapia Gestáltica. El tema, a juicio del autor y debido a su importancia en la salud y bienestar psicológicos, merece un nuevo examen y reformulación. Se examina el concepto en forma universal -sin hacer distinciones entre las perspectivas de terapeuta o de paciente-, la forma en que se generan los asuntos inconclusos, las vivencias que implican, las formas de detectar su presencia y sus efectos.
 
Por lo que a mi criterio podría hacerse frente a esas situaciones teniendo como consigna:“sueña como si fueras a vivir eternamente y vive como si fueras a morir hoy”
 
El tema de los asuntos inconclusos o gestalts inconclusas ha recibido, para sorpresa, escasa atención en la literatura posterior a Fritz Perls (1951, 1976). Es significativo e impactante el contraste que existe entre tener un sentimiento o impulso "atragantado" y el atreverse a darle curso, a expresarlo. Pero, ¿qué son las situaciones inconclusas? Veámoslo a través de un ejemplo: imaginemos que ayer vivimos una situación en que, después de mucho tiempo sin vernos, nos encontramos con un viejo conocido: dicho encuentro, sin embargo, resultó sorpresivo y en circunstancias quizás poco propicias. Todo lo que logramos expresarle son lugares comunes y las formalidades habituales. Luego, después de separarnos de esta persona, nos surge una incómoda sensación respecto a lo que no le expresamos, debido a la sorpresa o al temor respecto a cómo seríamos recibidos, etc. Es posible que durante el resto del día mantengamos "diálogos internos" con esa persona, en los cuales le expresamos lo que no fue dicho: quizás, todo lo que lo hemos extrañado, lo importante que es para nosotros, nuestro deseo de renovar nuestra amistad, etcétera. Cierta cantidad de energía inexpresada quedó atascada en nuestros músculos, en nuestra voz. Esa situación, entonces, puede haber quedado inconclusa. Surgió un impulso, se generó una energía que no fue dedicada a su propósito original: -expresar nuestros sentimientos- sino que se acumuló en nuestro cuerpo, generando tensiones físicas, emocionales y mentales. Es asunto conocido que, al crecer, nos insensibilizamos en mayor o menor grado, producto del condicionamiento y de nuestras defensas. Es muy probable, por ejemplo, que en la actualidad se nos presenten personas, prácticamente desconocidas, a las que quisiéramos acercarnos; la mayoría de las veces no lo hacemos, y hasta nos las arreglamos para restarle importancia a lo que sentimos. No sentiremos las cosas con igual intensidad como cuando fuimos niños, pero la situación de "incompletitud" igual existirá, aunque no seamos conscientes de ella. Y, como señalan Perls, Hefferline y Goodman (1951), es una tendencia básica del organismo completar cualquier situación o transacción que para él haya quedado incompleta.
 
Se señala además, que es el caso de los amores que no se dejan ir y que constantemente se buscan en la distancia, así sea para saber cómo está su vida con otra... además como desde este malestar se siente y se tiene la necesidad de expresar dolor, rabia, resentimiento y frustración... se busca por todos los medios crear indisposición y hacer daño, sin darse cuenta que el verdadero daño se produce a sí mismo cuando evidencia que su existencia poco o nada le importa a ese otro que si se permitió seguir su vida y dejar fluir el río que no volverá a correr bajo el mismo puente.
 
Cuando las personas no actúan adecuadamente para hacer un cierre, cuando no pueden olvidar las acciones que han ocurrido en el pasado, o cuando no aceptan las situaciones como son, entonces son incapaces de funcionar de forma sana y enérgica. Algunas veces la tensión que mantiene el asunto inconcluso está encubierta, es decir, que está protegida por mecanismos de defensa que bloquean la conciencia de la situación real, de tal forma que la naturaleza misma de la tensión se enmascara, sin embargo, otras veces la tensión encuentra su expresión en el cuerpo produciendo trastornos psicosomáticos como son las úlceras, los dolores de cabeza, el dolor de espalda, la artritis, asma, etc.
 
Celis en su interesante escrito sobre el tema UNA NUEVA MIRADA AL ASUNTO DE LOS ASUNTOS INCONCLUSOS , nos hace referencia de  cómo saber  si tenemos asuntos inconclusos de importancia, para ello señala algunos ejemplos: (a) Tenemos fantasías persistentes respecto a personas o situaciones que vivimos en el pasado; (b) Mantenemos "diálogos internos" con otras personas, no presentes; (c) Tenemos sueños en que volvemos a vivir alguna situación; (d) Sentimos rencor, melancolía o depresión con respecto a la forma como se dio algún hecho del pasado; (e) Nos cruzamos con una persona y, en vez de sentirnos relajados con cualquier sentimiento que ésta nos inspire -aunque fuera negativo- experimentamos una verdadera "nube", una confusa mezcla de incomodidad, tensión y sensación de "tener algo pendiente" con ella; (f) Nuestro cuerpo -el más fino "sensor" de lo que nos pasa - tiene una sensación de incomodidad o inquietud al ver o al recordar a alguien; (g) Estamos participando en una situación, pero con la cabeza en otra parte. (h) Perls, Hefferline y Goodman (1951, pág 500) dan, también como ejemplos de índices de la presencia de asuntos inconclusos, el insomnio y el aburrimiento.
 
 En definitiva, por su puesto se debe   estar atento ante los efectos que se suscitan  de los asuntos inconclusos y como nos los señala Celis, lo que es muy cierto, ello nos quita energía. Nos mantiene en la melancolía, en la indefinición y el des compromiso con aquello con lo que estamos enfrentados. Es central para que el momento sea vivido con plenitud y le sea extraído el máximo provecho, el que la persona haya logrado desconectarse internamente de sus otros compromisos, actividades y preocupaciones. "Desconectarse" implica estar presente en la situación y momentos actuales, y no dejarnos llevar por pensamientos que nos arrastren al pasado o al futuro. Si nos dejamos arrastrar, tendremos otra preocupación más: no aprovechamos este momento como debíamos y tendremos que completarlo en otra ocasión - lo que es ya dudoso, si nuestros hábitos son no estar presentes en lo que hacemos - Relacionado con esto se halla una segunda consecuencia: el stress.  
Escrito por : ARTURO ENRIQUEZ TABRA